¿Tú te amas? Los secretos de la autoestima

La autoestima es más complicada de lo que parece: hay más de una manera de "quererse a uno mismo". Descubre el origen de este concepto y aprende cómo mejorar tu amor por ti misma o ti mismo.

¿Alguna vez has sentido que tu existencia no tiene importancia, o que no vales lo suficiente, o no mereces estar bien? O quizá también has sentido lo contrario: que eres una persona súper especial y que te mereces halagos, alabanzas y reconocimientos. Estos sentimientos se relacionan con un concepto llamado “autoestima”: y es que andar por la vida con una autoestima por los suelos no se siente nada bien y a veces parece imposible de mejorar. Y para complicarlo más, hay especialistas que argumentan que pretender tener la mayor autoestima puede ser peligroso y hasta la han calificado como un mito.

¿Qué es?

La autoestima es la evaluación que hacemos de nuestra persona. Está formada por percepciones, pensamientos, sentimientos y comportamientos acerca de nuestro cuerpo, nuestras capacidades y nuestra manera de ser. Decimos que alguien tiene una autoestima alta cuando se siente capaz, valioso y aceptado y baja cuando se siente inútil, despreciado e inadaptado.

Antecedentes

Ya en el Siglo Dieciocho David Hume proponía que era importante valorarse a sí mismo porque eso nos motiva a explorar plenamente nuestro potencial y, en los años cuarenta del Siglo Veinte Abraham Maslow la incluyó en su jerarquía de necesidades, requerimos ser valorados y aceptados por los demás y tener confianza en las propias cualidades. En los años sesenta Morris Rosenberg fue de los primeros psicólogos en medirla utilizando una escala. Pero fue en los años setenta cuando el movimiento por la autoestima cobró fuerza. Su máximo promotor, Nathanien Branden, llegó a afirmar: “No puedo pensar en ningún problema psicológico que no se deba a la baja autoestima: desde la depresión hasta el miedo a la intimidad o al éxito; desde la violencia doméstica hasta el abuso infantil”.

Beneficios

Aunque los estudios han mostrado que una alta autoestima no necesariamente mejora los resultados académicos ni evita que los jóvenes fumen, beban o consuman drogas, sí se ha demostrado es que las personas con mejor autoestima son más proclives a perdonar a sus amistades, tienen menos riesgo de presentar bulimia, ansiedad y desórdenes emocionales. En general una persona más feliz tiende a tener mejor autoestima, si bien no está claro si un factor es causa del otro. 

¿Cómo construir una mejor autoestima?

Branden propone seis pilares, seis prácticas que se pueden ejercitar:

  1. Vivir conscientemente. Conectarte con la realidad y no vivir ni en fantasías, ni en el pasado o el futuro. Hazte presente en cada momento de tu vida. 

  2. Autoaceptación. Darte cuenta de tus limitaciones, pero sobre todo de tus fortalezas y potencialidades. ¡Que no te asuste tu propia grandeza! 

  3. Autoresponsabilidad. Las circunstancias de la vida son retos. Responde ellas no como víctima, sino como persona autónoma.

  4. Autoasertividad. Vivir, actuar y hablar con autenticidad, respetando tus sentimientos y convicciones más profundas. Expresa tu ser más genuino. 

  5. Vivir con propósito. Usa tus poderes para alcanzar metas que consideres importantes. Tus propósitos te mantienen en movimiento.

  6. Integridad personal. Que tu conducta refleje realmente tus convicciones e ideales, independientemente de si nos observan o no. 

¿A poco no se antoja poner cada una de estas prácticas en carteles motivacionales? En realidad son buenos consejos, pero hay que tomarlos con ciertas reservas, porque ese concepto de autoestima se ha topado con serias objeciones.

Objeciones

La primera es que proviene de una perspectiva individualista: Nathaniel Branden estuvo muy vinculado con el movimiento objetivista de Ayn Rand que tendía a despreciar la interacción entre individuo y sociedad. El psicólogo Albert Ellis escribió el libro “El mito de la autoestima” y en él refuta que la autoestima se forme independientemente de influencias externas. Y sobre todo  afirma que las ideas de Branden cultivan las ilusiones de grandeza y adoptarlas puede provocar el emprender acciones insensatas o peligrosas para uno mismo y para quienes nos rodean. 

La segunda objeción es más profunda: Ellis dice que los seres humanos no somos objetos inertes a los que se les deba calificar de acuerdo con ciertos requisitos arbitrarios. Hacer que nuestro valor como personas dependa de nuestros rasgos físicos, logros, habilidades o falta de ellos no es ni ético ni racional. Por ejemplo: si no cumplo cabalmente con los seis pilares ¿significa que soy insuficiente, que mi valor como persona es menor?

Los psicólogos Richard M. Ryan y Kirk Warren Brown llaman a este tipo de valoración propia “autoestima contingente”: aquella que depende de qué tan bien me salen las cosas: si me veo bien en el espejo, tengo éxitos, o la gente me halaga, mi autoestima sube. Estos sucesos son impulsos a la autoestima, pero son de poca duración y profundidad. Si algo me sale mal, alguien me rechaza o mi aspecto no es muy bueno, mi autoestima baja. Las personalidades narcisistas son un ejemplo extremo: tienen alta su autoestima, pero para mantrenerla requieren constante afirmación de los demás, por lo que obsesivamente persiguen logros, poder o adornar su físico para sentirse bien.

Incluso si no necesita la aprobación de los demás, mi autoestima puede ser contingente si depende de qué tanto mi yo real se ajusta a mi yo ideal. Por ejemplo: si me concibo como una persona valiente pero ese día no actué con valentía, baja mi autoestima. Si me sé inteligente pero el otro día dije una tontería, baja mi autoestima. ¡Es un verdadero peligro, que puede llevar incluso a la depresión y al suicido!

Autoestima no- contingente

¿Y cuál es la alternativa? Ryan y Brown proponen una autoestima no–contingente: experimentar a mi persona como fundamentalmente digna de estima y amor, sin supeditar ese amor propio a mi apariencia, mis éxitos o a compararme con los demás.

¿Cómo construir una autoestima no contingente saludable? Pues se va formando desde el amor que recibimos en nuestra infancia. La autora bell hooks dice que el amor no es simplemente un sentimiento: el amor se produce a través de: la acción, y surge ahí donde hay confianza, compromiso, cuidado, conocimiento, respeto y responsabilidad. Y de ese amor recibido se nutre nuestro amor propio. Padres, madres, tutores, familiares y profesoras que dan cariño a niñas y niños de manera incondicional, que los corrigen sin insultarlos ni degradarlos y que festejan sus éxitos sin hacer depender de ellos el afecto y el cuidado, construyen un saludable y fuerte amor propio en sus descendientes. 

Pero ¿y si no recibí ese tipo de amor en mi infancia? Entender el porqué de nuestro bajo amor propio es importante, pero no hay que quedarnos atorados en el pasado: se puede mejorar la autoestima, pero requiere un cambio radical en la forma de ver a mi persona: dejar de verme como un objeto al que calificar, y verme como un proceso que está ocurriendo. Las personas no son cosas: son sistemas biológicos y psíquicos que están en constante cambio. Si pruebas un vaso de leche y te sabe agria, no dudarías en calificarla como “mala”, pero si la ves como un proceso podrías percibir que está en una etapa de transformación para convertirse en un delicioso queso. Así, las personas no simplemente somos: estamos siendo, pero, a diferencia del queso, nuestro proceso es continuo y permanente. Por lo tanto es posible modificar de manera activa los patrones de pensamiento y comportamiento para volverlos constructivos. ¿Cómo modificarlos? Te proponemos cuatro recomendaciones.

  1. Exprésate tu amor propio. La filosofía budista tiene el concepto de “bondad básica”: todos los seres con conciencia, en lo más profundo de nuestro ser, deseamos la felicidad y por lo tanto, el bien. Entonces, por ese mero hecho, ya mereces respeto y amor. Es deseable que trabajes en mejorarte, pero la bondad básica ya está ahí. Exprésate ese amor con afirmaciones, pero no de esas que impongan estándares de mérito difíciles de alcanzar, sino simplemente recuérdate que tienes valor simplemente por ser tú y sobre todo exprésate ese amor a través de acciones: conócete, respétate, cuídate, confía en tí, se responsable y comprométete con tu proceso.

  2. Concéntrate en actuar, no en juzgarte. Cuando evalúes los resultados de tus acciones, no califiques a tu persona. Si algo salió mal, ve si puedes enmendarlo o si no, si puedes hacerlo mejor la próxima vez, pero no te pongas adjetivos a tí. Y cuando algo sale bien, además de tu mérito, siente agradecimiento por las personas y circunstancias que te ayudaron a lograrlo. Haz lo mismo con los insultos y las alabanzas que vienen de los demás.

  3. Medita. Estudios psicológicos han mostrado que la meditación Maitri tiene un buen efecto en la mejora de la autoestima no contingente. Está orientada a reconocer esta bondad básica en cada quien y despertar el amor y la amabilidad hacia nosotros mismos, tal y como lo tenemos hacia otras personas. Hemos hecho un video con una pequeña meditación guiada: te dejamos el link en la descripción.

  4. Busca ayuda. Si tienes dificultades, una manera de propiciar este proceso y reconstruir nuestra autoestima es a través de la terapia psicológica. Especialmente la terapia cognitivo–conductual ha mostrado excelentes resultados ¡nada tiene de malo pedir ayuda!

Si bien conocer nuestras cualidades, habilidades y áreas que podemos mejorar es muy útil para tomar decisiones, como elegir nuestro campo de estudio y de trabajo, nuestro amor propio no debe depender de esa evaluación. Por cierto: varios especialistas coinciden en que las personas que piensan menos en su autoestima, quienes se enfocan más en sus acciones, en los demás y menos en sí mismas ¡Son quienes tienen la autoestima más saludable!

¡CuriosaMente!

Créditos

Categorías

Etiquetas

Otros videos

Separador Morado