¿Quién es Tláloc?
En la gran ciudad de Tenochtitlan, capital del imperio mexica, en la mera cumbre del templo Mayor hay dos capillas mirando hacia el oeste. Una dedicada a Huitzilopochtli, el dios guerrero, y la principal deidad de los Mexicas y la otra dedicada a ¿Tláloc? ¿A poco era tan importante para merecerse un lugar a lado de Huitzilopochtli?
Poderes
Seguramente ya sabes que Tláloc era el dios de la lluvia, los truenos y el granizo, pero también era el dios de los trabajadores del campo. Es una de las deidades más antiguas veneradas en la América precolombina. Su origen es mucho más antiguo que el mismo imperio mexica.
Origen
A los mexicas les gustaba apropiarse de dioses de otras culturas y adaptarlos ¿Verdad Kukulcán, digo, Quetzalcoatl? Por eso, se cree que tomaron esta deidad de la cultura tolteca. Otros pueblos también tuvieron dioses con características similares y posiblemente sirvieron de inspiración para la creación de Tláloc y viceversa. Chaac de la cultura Maya con su aspecto de jaguar y un hacha que produce truenos; Cocijo de la cultura Zapoteca que era la deidad más importante, creador del mundo y dios de las aguas; Dzahui de los Mixtecos ó Tajín, de los Totonacas. Todos estos probablemente evolucionaron del dios jaguar de la cultura olmeca. Las representaciones más antiguas del dios de la lluvia provienen de vasijas del año 100 antes de nuestra era. Quizás la única otra deidad tan antigua es Xiuhtecutli, el dios del fuego, o literalmente “el dios viejo”.
Caractereísticas
Podemos reconocer a Tláloc por su pronunciado labio superior y sus grandes ojos con “lentes”, (que en realidad son dos serpientes). A veces se le ponían colmillos para simbolizar su parte jaguar, y es que se creía que los truenos eran los rugidos de Tlaloc. Se le suele personificar de color azul (como el agua), con puntos en el cuerpo y encima de las montañas sosteniendo serpientes, en representación a los rayos que lanzaba durante las tormentas. ¡Esas tormentas sí que suenan aterradoras!
Tlalocan
Para los mexicas, Tláloc era considerado el creador del tercer Sol (o el tercer mundo) y el gobernante del cuarto cielo o Tlalocan, un paraíso verde de eterna primavera. Las personas de baja estatura o con discapacidades iban a este cielo. Si morías ahogado, golpeado por un rayo o por enfermedades relacionadas con el agua, como gota o lepra, quería decir que habías sido seleccionado para ser ayudante de Tláloc y también ibas al Tlalocan. Estas personas no eran incineradas como era la costumbre, a ellos, se les pintaba la frente de color azul y se les enterraba junto con semillas.
La familia de Tlaloc
A diferencia de los dioses Huitzilopochtli o Quetzalcoatl, que eran “solteros”, Tláloc se acompañaba de toda una familia. Su primera esposa fue Xochiquetzal, la diosa de la juventud y la belleza, pero Tezcatlipoca se la quitó. Después se casó con Chalciuhtlicue la diosa de los ríos y lagos (quien sería la creadora del cuarto mundo) y tuvieron una hija, Huixtocíhuatl, la diosa de las aguas saladas (aunque según algunas fuentes podría ser la hermana de Tláloc y no su hija). Además tenía 4 hijos o ayudantes, los Tlaloques. Ellos se encargaban de juntar la lluvia en vasijas arriba en los montes, que luego rompían a palazos para que lloviera. Cada Tlaloque tenía asignado un punto cardinal y un color. El Tlaloque blanco estaba al Norte, el rojo al este, el negro al sur y el Tlaloque amarillo al oeste.
Celebraciones y ofrendas
Por ser el dios de la lluvia y la fertilidad era una de las deidades más veneradas, además era el proveedor de los alimentos y no convenía hacerlo enfadar. Para mantener a Tláloc contento había varias fiestas en su honor y se le ofrecían sacrificios de niños. Se le rendía tributo en el Monte Tláloc donde se ubica el sitio arqueológico de mayor altura en Mesoamérica. Pero, según los mexicas, para encontrar a Tláloc debías ingresar a cuevas profundas que te llevarían hasta el centro de la Tierra dónde vivía.
Aunque en la actualidad ya solo invocamos a Tláloc cuando dejamos la ropa tendida, no hay que tenerlo tan olvidado y quizá el próximo año nos vaya mejor con las lluvias.
¡CuriosaMente!