¿Qué sienten los extraterrestres?

Si existieran seres extraterrestres inteligentes ¿qué emociones tendrían? ¿Nos podríamos comunicar con ellos? Descubrámoslo con un poco de ciencia y con un poco de ciencia ficción.

Imagínate que un día pudiéramos visitar un planeta ¡y encontráramos seres vivos! ¿Qué forma tendrían? ¿Serían inteligentes? Y si quisiéramos comunicarnos con ellos, sería necesario tener sentimientos en común, pero…Los extraterrestres ¿sentirán emociones?

¿Qué son las emociones?

La palabra “emoción” viene del latín “emotio”, derivada del verbo “emovere”, mover. Una emoción sería aquello que nos mueve. Las emociones provocan que nos acerquemos a ciertos objetos, personas o situaciones y hacen que nos alejemos de otros.

Fisiología de las emociones

Una manera de resumir cómo funciona una emoción sería en cuatro pasos:

  1. Recibimos un estímulo. Este estímulo puede provenir del exterior, en cuyo caso lo percibimos a través de nuestros sentidos, o bien puede ser provocado por la memoria o por la imaginación.

  2. El estímulo desencadena una serie de respuestas cerebrales y se liberan hormonas que provocan reacciones en otros órganos como el corazón, la piel, los músculos, los vasos sanguíneos o los intestinos. 

  3. Estas sensaciones generan una experiencia subjetiva: la emoción propiamente dicha. Esta emoción suele tener una expresión visible.

  4. Se provoca una respuesta en la conducta.

Todos los seres vivos tienen una respuesta ante los estímulos del medio ambiente: desde los sencillos seres unicelulares y las plantas hasta los animales más complejos. Eso les permite defenderse de lo que es peligroso y procurar lo que les hace prosperar y reproducirse. Pero no es fácil identificar qué criaturas tienen la experiencia subjetiva de la emoción. Los especialistas consideran que, como mínimo, el organismo tiene que tener un sistema nervioso. En nuestro planeta, los sistemas nerviosos que permiten la inteligencia evolucionaron de dos maneras diferentes: 

La primera es el sistema ganglionar. Es el que tienen los invertebrados, la mayoría de los animales. Se trata de una red de nervios distribuidos en todo el cuerpo y agrupados en “nudos”, que son como mini cerebros. En organismos más complejos, uno de estos nodos creció hasta formar un cerebro capaz de producir memoria e inteligencia, pero los “mini cerebros” siguen teniendo independencia. Este sistema es muy rápido y eficiente: cada parte puede tomar decisiones sin consultar con el cerebro central. Podría ser que una especie extraterrestre trabaje con este sistema ¿Cómo será la experiencia subjetiva de un ser así? Por poner un ejemplo: mientras que los seres humanos tenemos una fuerte respuesta emocional ante el daño de alguna extremidad, los artrópodos demuestran más bien indiferencia incluso si pierden una pata o un ala. Un extraterrestre que fuera una especie de insectoide social podría incluso no sentir aprecio por su propia vida, sólo por el bienestar de la colonia.

La segunda manera es el sistema cordado: Es el que tenemos los vertebrados, incluyendo peces, reptiles, y mamíferos. Aquí, los nervios están centralizados en un cerebro.  Los humanos tenemos algunas funciones que compartimos con aves y reptiles, como la agresividad, la territorialidad o el miedo y todo indica que la alegría, el afecto y la tristeza las compartimos con los demás mamíferos. Y, avanzando en la evolución, con el desarrollo del neocórtex somos capaces de identificar las emociones, nombrarlas y tomar decisiones más allá de las reacciones instintivas.

Ya sólo con esos dos sistemas terrícolas, hay millones de variantes: cada especie tendría modos de sentir muy diferentes. El biólogo y filósofo Jakob Von Uexküll habla del umwelt: el mundo de vida de cada organismo, según lo experimenta cada uno desde sus sentidos, e imposible de entender por otras especies. Por ejemplo: aunque tengamos sistemas nerviosos similares, los humanos nunca podremos saber cómo experimenta el mundo un murciélago ¿qué emociones sentirías si tus percepciones estuvieran basadas en la ecolocalización y pudieras volar?  

Y esas son sólo las maneras en la que los sistemas nerviosos han evolucionado aquí en La Tierra: apenas podemos empezar a imaginar las infinitas maneras en las que las condiciones de otros planetas podrían afectar la evolución de otras especies, y eso suponiendo que la vida en esos planetas también estuviera basada en algo similar al ADN terrícola.

Emociones extraterrestres

Si una especie extraterrestre evolucionó un cerebro de manera similar es posible que tenga emociones análogas a las nuestras, pero con sus características muy específicas, dependiendo de qué áreas del cerebro se desarrollaron más. Quizá evolucionaron en un ambiente que propició que sean seres que le dan más importancia a la territorialidad que nosotros, o quizá su neocórtex se desarrolló tanto que su razonamiento es mucho más poderoso que sus emociones. 

Si tiene algún tipo de conciencia, seguro sienten algo: para que la vida prospere, es necesario que identifique aquello que le hace daño, como peligroso o desagradable; y aquello que le hace prosperar como especie, como atractivo o agradable. Entonces es probable que experimente por lo menos esas emociones básicas.  Pero a partir de ahí, la cosa se complica tremendamente. Por ejemplo: muchos animales cuidan de sus crías, pero no podemos asegurar que experimentan amor por ellas. 

Emociones complejas

Los seres humanos experimentamos emociones complejas, que son mezcla de las emociones básicas y que interactúan entre sí. Además les damos nombres específicos según la situación, y sus conceptos se transforman según cambia la cultura. Por ejemplo: a esa mezcla de tristeza y alegría que sentimos cuando algún detalle nos hace recordar una experiencia pasada le llamamos “nostalgia”, pero hace unos siglos “nostalgia” era una especie de enfermedad que les daba a los marineros: literalmente se morían por regresar a su hogar. En la Edad Media se le llamaba “frenesí” a un estado de violencia descontrolada… actualmente le decimos así a cualquier emoción muy exaltada. ¿Alguna vez has sentido alegría porque le pasa algo malo a otra persona? A esa emoción los alemanes le llaman schadenfreude. En Filipinas se le llama gigli al deseo de pellizcar a una persona querida y los japoneses le llaman shinrin yoku al estado emocional que se obtiene al caminar tranquilamente por el bosque. Si esta diversidad de emociones existe en diferentes culturas de una misma especie

¿Qué podemos esperar de las especies de otros planetas?

Sólo lo podemos imaginar. Y eso es lo que vamos a hacer: hagamos un ejercicio de imaginación.

Nautli de Atl

Estos son los nautli, del planeta Atl. Los nautli saben manejar herramientas pero su tecnología no ha avanzado mucho: como viven en casas apartadas, no intercambian mucha información. Para ellos lo que nosotros llamamos “timidez” es su estado normal y no tienen un concepto para ello. Lo que sí experimentan es una mezcla de miedo y enojo llamada “glugta” cuando alguien empieza a hacer preguntas personales, y la expresan cambiando el color de su piel. Cuando su casa tiene un buen equilibrio de seguridad y comodidad, los nauti se sienten “auba”.  Sólo una vez en su vida sienten una enorme excitación llamada “alabra” que los urge a buscar pareja. Si todo sale bien, pondrán huevos y los padres vivirán apenas lo suficiente para enseñarles a los hijos a comunicarse y a usar herramientas básicas: a los pocos años sienten “magluba”, unas ganas de morir que son muy serenas si los hijos se han criado bien. 

Inufi de Itzin-34

Bienvenido ahora al planeta Itzin–34. Te presentamos a los Inufi. Son sumamente inteligentes y también le dan mucha importancia a sus emociones. Tienen un fuerte sentido gregario: si uno de ellos se separa del grupo experimentará una especie de ansiedad frenética hasta que vuelva a unirse a él y, si no lo logra, se unirá a otros grupos aunque sean de otra especie o morirá de tristeza. Cuando una nave espacial contrata a un grupo de Inufi, puede esperar una enorme lealtad, pero también mucha invasión al espacio personal.

Ciencia ficción

Así como nosotros hemos imaginado las emociones de los nautli, y a los inufli, la ciencia ficción ha imaginado muchas especies extraterrestres con sus propios rasgos emocionales. Larry Niven creó a los Titerotes de Pierson, unos seres que ven a la cobardía como una gran virtud. Aunque entre ellos son muy solidarios, son incapaces de sentir empatía por otras especies.

En la serie Star Trek existen los Vulcanos: prácticamente iguales a los seres humanos, pero con un poderoso sentido de la lógica, por lo que cultivan un fuerte desprecio por las emociones. Más alejados se lo humano, también de Star Trek, son los Borg: se trata de un enjambre de organismos con implantes cibernéticos. Ningún individuo piensa o siente nada por sí mismo, sólo siente los deseos de la colmena, asimilar más criaturas y “alcanzar la perfección”.

Y aún más alienígena es la inteligencia de Solaris, la novela de Stanislaw Lem: el océano de un planeta entero es un ser consciente. La humanidad lleva cien años tratando de comunicarse con ese ente, pero el océano sólo responde leyendo sus mentes y materializando los recuerdos, remordimientos y anhelos de los humanos.

Y tú, ¿te puedes imaginar qué sentiría una especie extraterrestre?

¡CuriosaMente!


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