¿Qué onda con los NFT?
¿Qué son los NFT? ¿Son una buena inversión? ¿O son una estafa?
¿Que el dibujo de un chango feo se vendió por 3.8 millones de dólares? ¿Que este rectángulo negro con dos círculos fue comprado en más de 90 millones de dólares? ¡¿Cómo es posible?! ...Bueno, no exactamente: lo que se vendió por 3.8 millones de dólares fue el NFT de un chango feo. Seguro has oído esas letritas y te has preguntado ¿WTF? ¿Qué son los NFT y cómo funcionan? ¿Son buen negocio o son una estafa?
Blockchain
Los NFT son un retoño de la blockchain, la “cadena de bloques”, la tecnología que permitió la invención de las criptomonedas. La idea básica de la blockchain es registrar transacciones, contratos y acuerdos de todo tipo en una cadena, que es como un enorme libro. A cada libro se le llama ledger y, en vez de estar centralizado en una institución, como un banco, está copiado en las computadoras de miles de usuarios alrededor de todo el mundo. Para verificar su autenticidad, estas computadoras deben resolver complejos problemas criptográficos – de ahí el nombre de “criptomonedas”, acerca de lo que hicimos un video que te recomendamos ver para entender mejor lo del blockchain–.
NFT
En este contexto surgen los NFT: Non Fungible Tokens, o Fichas No Fungibles. Mira esta ficha: a ver, intenta fungirla ¡fúngela! ¿verdad que no puedes? Pues no, porque no es fungible. ¡Ah, verdad! ¡ja ja! ejem y ¿qué significa eso de “No fungible”?
Imagina que compras un libro. Ese libro es parte de una edición que tiene miles de ejemplares, así que da igual cuál ejemplar compres. Tu ejemplar puede fungir como cualquier otro ejemplar: si lo intercambias con tu amigo por otro ejemplar igual, los dos se quedan tan contentos. Ese libro es un artículo fungible. Pero imagina que tu libro está autografiado por el autor, y además tiene anotaciones y subrayados tuyos. Para rematar, el libro te lo regaló tu abuelo antes de morir, después de aquella fascinante aventura que tuvieron juntos en el Amazonas.¿Ya no lo cambiarías con tu amigo por cualquier otro ejemplar, verdad? Ya no puede fungir como otro libro. Es un artículo no fungible.
¡Claro! Esto es fácil de entender con objetos físicos, que por su naturaleza son escasos; por muchas fotos que se le tomen a Las Meninas, sólo habrá una pintura original: la que pintó Velázquez. Pero los NFT, por su naturaleza, son digitales. Y los archivos digitales, por su naturaleza, son infinitamente copiables ¿no? Pues eso es precisamente lo que hacen los NFT: vuelven escaso, único, algo que no necesariamente lo era. Crean escasez artificial. Y es que, y he aquí una importante distinción, esto, una obra de arte, no es un NFT. El NFT es una unidad de datos almacenada en el blockchain: una especie de certificado que dice a quién pertenece la obra. Este certificado es único y se puede comprar, vender, subastar o intercambiar, mientras que la obra hecha de pixeles puede seguir siendo vista, copiada y enviada de manera infinita. Y el artículo asociado puede ser otras cosas, como una pieza musical, un cuento, un tuit, un video, o algo tan abstracto como un momento deportivo
Digamos que eres un artista que quiere hacer un NFT con un dibujo. Para que tu NFT exista, primero tienes que abrir una crypto wallet, o cripto–billetera. debe pasar por un proceso llamado minting, o acuñación, que significa inscribirlo en el Blockchain. El NFT incluye un trozo de código llamado “contrato inteligente”, que es un programa que ejecuta automáticamente las cláusulas sin necesidad de un intermediario humano. Si quieres vender tu NFT, tienes que ponerlo a subasta en un mercado. Todos estos procesos –minting, subastas, ventas– tienen un costo llamado gas: como cada movimiento y trans acción se hace a través de la criptotecnología (resolviendo algoritmos e inscribiendo los cambios en miles de computadoras) lo que genera costos que alguien tiene que pagar.
¿Y por qué alguien quisiera comprar NFT?
Después de todo no estás adquiriendo ningún objeto físico, ningún servicio y ningún derecho sobre el artículo relacionado. Por ejemplo: Julian Lennon, el hijo de John Lennon, subastó, entre otras cosas, un NFT de la guitarra Gibson Les Paul de su papá por 22 mil dólares. Pero el comprador ni siquiera puede mirar la guitarra real: ésta sigue en posesión de Julian. ¿Qué gana ese comprador? Bueno: pues la posibilidad de revender ese NFT a un precio más alto. Nada más y nada menos. Es lo que se llama “especulación financiera”. Para entender esto conviene irnos un poco más atrás y explicar cómo funcionan las inversiones, sin NFT por ahora.
Imagina que tienes un dinero extra y no sabes qué hacer con él. ¡Bueno, soñar no cuesta nada! Te enteras de que hay una empresa que está creciendo y necesita recursos. Entonces decides comprar acciones de esa empresa: una acción es un título que te hace dueño de una parte de esa sociedad. Así, tu dinero ayuda a esa empresa a crecer y, al mismo tiempo, si la empresa crece, tus acciones valdrán más. Claro, también es posible que la empresa fracase y pierdas tu dinero. Es como una apuesta pero que al mismo tiempo contribuye a producir bienes o servicios.
En el caso de los NFT es algo similar… pero sin la empresa, sin bienes y sin servicios. Simplemente se adquiere el instrumento financiero y se apuesta a que llegue alguien que lo vea tan valioso que deseen pagar más por él, quien a su vez lo compra apostando a que alguien más querrá comprárselo por una cantidad mayor y así indefinidamente… ¿detectas el problema? Pues sí. Esta es una de las principales críticas que se hacen al mercado de los NFT y las cripto–cosas: que se trata de algo no muy diferente a un casino, donde lo único que se genera es especulación y apuestas. Se le ha comparado incluso con un sistema llamado “el tonto mayor”: compras algo a un precio elevado, esperando a que encuentres un tonto mayor que tú que lo compre a un precio todavía más elevado.
Como te podrás imaginar, los que ya invirtieron están muy motivados para convencer a los demás de que el negocio es buenísimo y de que los valores no harán más que crecer: que la línea siempre irá para arriba, pero ¿esto es posible? Así, los casos de gente que se hizo millonaria de la noche a la mañana y de grandes magnates que apuestan por los NFT son ampliamente publicitados, mientras que las personas que pierden sus ahorros tienden a esconderse, avergonzadas.
Otras desventajas
Hay que sumarle que las estafas y los fraudes abundan en estos ambientes de alta especulación. Porque, aunque el blockchain, el centro del sistema, es en sí mismo muy seguro y, por su naturaleza, muy difícil de hackear; los extremos son tan vulnerables como siempre lo han sido. Puede ser algo tan simple como que un propietario de NFT se los compre a sí mismo o a sus amigos para inflar artificialmente el valor de sus activos, o que, con métodos de phishing se obtengan contraseñas o se finjan transacciones y se realicen robos millonarios en las cripto billeteras. La misma ausencia de una autoridad central hace imposible denunciar y recuperar lo robado.
Y, para acabarla, hay problemas ambientales: toda esta tecnología, por sus necesidades de encriptación, registro y redundancia, consume muchísima energía: se estima que la tecnología de blockchain consume tanta energía como un país completo, lo que impacta directamente el cambio climático.
Los proponentes de los NFT argumentan que, como en toda tecnología que inicia, estos problemas son temporales y que, tanto las estafas como los problemas energéticos se superarán a medida que avance la tecnología y el conocimiento de sus usuarios y que, en cambio, los beneficios serán más importantes. Por ejemplo: si eres artista y haces un NFT de tu obra, el contrato inteligente puede asegurar que recibas un porcentaje cada vez que tu obra se venda y se revenda, asegurando un futuro financiero más justo para las y los creadores. Este punto parece convincente. Sin embargo, hasta ahora no hay un mecanismo que vincule a un creador con su obra y, de hecho, muchos aprovechados han “minteado” como suyas obras de creadores que se encuentran en la web. Y, por lo menos hasta ahora, la mayoría de los artistas que ofrecen NFT de su obra no están ganando gran cosa.
También argumentan que esta tecnología, al ser descentralizada, podrá prescindir de los grandes concentradores de poder económico y político, como los gobiernos o ciertas corporaciones privadas, lo que promoverá la democratización de la sociedad en el futuro ¡podría ser! Pero por el momento le sigue dando grandes ventajas a quienes ya poseen mayor acumulación de riqueza. Por ejemplo: no cualquiera puede tener en su casa una cantidad importante de máquinas con el poder de cómputo necesario para minar criptomonedas, y registrar transacciones que les generen ingresos importantes. Es un sistema tiende a concentrar el dinero en quienes ya tienen mucho dinero.
Por todo esto, es muy posible que el boom de los NFT sea una burbuja financiera y que no pase mucho tiempo antes de que explote, cuando ya no se disponga de “tontos mayores” y no haya a quién venderle los tokens. Se han dado casos así en el pasado, como el que ocurrió con la burbuja “puntocom” en el año 2000: se perdieron millones de dólares y quebraron muchísimas empresas. Aún así, sobrevivieron varias compañías que ahora son centrales en la economía y en internet. De ese mismo modo, si revienta la burbuja, lo más seguro es que la tecnología de blockchain persista y que modifique cómo funciona la economía y la sociedad: sus aplicaciones podrían llegar al sistema electoral, a la manera en cómo hacemos contratos y muchas cosas más.
Si te interesa este tema y te podemos dar un consejo, éste sería que tengas mucha cautela, no arriesgues tu patrimonio, no te dejes arrastrar por el optimismo de quienes tienen intereses creados y, sobre todo, que te instruyas lo más posible, que el saber siempre es mejor que la ignorancia.
¡CuriosaMente!