Propósitos de año nuevo ¿por qué no los cumplimos?
¿Cómo hacer para que esta vez sí cumplamos los propósitos de año nuevo?
¡Ah, se acaba un año y nos preparamos para uno nuevo! Y claro que queremos que el próximo sea mejor ¡Por favor! Bueno, habrá circunstancias que no podamos mejorar, pero sí podemos mejorarnos a nosotros mismos para afrontar esas circunstancias. ¡es hora de tomar resoluciones!
¿Sirve de algo hacer propósitos?
Se estima que, de cada 10 personas, aproximadamente la mitad hacen propósitos de año nuevo. Entre los más populares están: bajar de peso, dejar de fumar, hacer más ejercicio, salir de deudas y mejorar las relaciones familiares. Estas intenciones se llaman en psicología “intentos auto–iniciados de cambio de conducta”.
La buena noticia es que hacer propósitos sí tiene resultados positivos: según un estudio hecho en Estados Unidos, entre quienes no hicieron resoluciones explícitas de año nuevo, sólo el 4% logró cambios significativos, mientras que de los que sí hicieron propósitos, 40% los mantuvo por lo menos seis meses.
La mala noticia es que de 10 personas que hacen hacen propósitos en enero, sólo 8 superan la primera semana del año, únicamente 5 aguantan un mes, y nada más 4 suelen llegar a los seis meses; No sabemos por qué el estudio no hizo una revisión a un año, pero apenas 2 personas de cada 10 logran mantener su propósito por 2 años. ¡Hey, pero dos es mejor que cero!
¿Cómo lo lograr tus propósitos?
Otro estudio encontró que importaba muy poco qué tanto deseas cambiar: lograr tu propósito puede ser lo que más quieras en el mundo, pero no es suficiente para obtener la persistencia necesaria. Es más: el pensamiento ilusorio, ese que te hace pensar que “todo saldrá bien” con sólo desearlo, resultó contraproducente: los que pensaban así tendían a abandonar más pronto sus propósitos.
Otra actitud contraproducente es la de infligirse culpa o reclamarse a uno mismo: decirnos a nosotros mismos que somos débiles, tontos o que no tenemos fuerza de voluntad sólo nos avergüenza y nos hace recaer en las conductas que queremos evitar.
Sorprendentemente, el estudio encontró que no importaba mucho si la persona tenía altas habilidades conductuales (como capacidad de resolución de problemas, organización o manejo del estrés): tienen las mismas probabilidades de fallar.
¿Entonces qué sí funciona? El estudio encontró que los tres factores más relevantes fueron: Primero, la autoeficacia, o sea, la confianza que tenemos en nuestras propias capacidades para lograr lo que nos proponemos. Segundo el sentirse listo para emprender el cambio. Se necesita un periodo de preparación: crear las circunstancias para que nos sean favorables y prepararse uno mismo para tener la capacidad para iniciarlo antes de pasar a la etapa de acción.. Y tercero, el emprender estrategias claras para el cambio de conducta.
¿Cuáles son esas estrategias que sí funcionan?
Establece metas concretas y alcanzables. “Pesar 5 kilos menos” es una meta mejor que “bajar de peso”. “Hacer ejercicio 20 minutos diarios” es una mejor meta que “estar saludable”. “Hablar con mis papás dos veces por semana” es una meta más concreta que “ser mejor hijo”.
Planea y anticipa. Date cuenta que durante el año no todas las circunstancias van a ser favorables para cumplir tu propósito ¿cómo actuarás frente a ellas? Vas a encontrarte con situaciones inesperadas: imagina desde ahora cómo reaccionarás si te encuentras ante una tentación muy grande o si de plano tienes un tropiezo.
Establece sistemas para evitar situaciones de alto riesgo. Si decidiste dejar de fumar, deja de visitar ese bar donde todo mundo fuma. Si quieres bajar de peso, evita pasar por los lugares donde sueles adquirir comida poco saludable. Dice el dicho que “en arca abierta, hasta el más justo peca”. Mejor ponerle cerradura a esa arca.
Haz recordatorios. Pega recaditos en tu casa que te recuerden la conducta que quieres mantener y por qué la quieres mantener. Programa tu agenda electrónica para que te dé notificaciones.
Asocia hábitos. Es más fácil adquirir nuevos hábitos si los vinculamos con hábitos que ya existen. ¿Quieres tomar más agua? Recuerda tomar un vaso después de cada comida. ¿Quieres meditar con frecuencia? Hazlo justo antes de ponerte la pijama.
Monitorea. Lleva un registro de tu peso, la cantidad de cigarros que estás fumando o las veces que haces ejercicio. Eso te ayudará a hacer visible y tangible tu progreso.
¡Prémiate! Programa cómo recompensar la conducta que quieres reforzar. Esto asociará los buenos hábitos con una experiencia agradable, lo que te motivará a repetir ese comportamiento. ¡Nomás no te premies con aquello que intentas evitar, eh!
¡No seas tan severo! Es posible que en tu recorrido tengas algún tropiezo ¡no lo tomes como señal de que no tienes voluntad y tires todo el plan a la basura. Perdónate y retoma el plan. Incluso puede ser conveniente incluir en tu plan días en los que seas más indulgente contigo mismo, e irlos reduciendo conforme pase el tiempo.
Así que ahí lo tienes: fija metas concretas, planea, evita situaciones de riesgo, haz recordatorios, asocia hábitos, monitorea resultados, prémiate y se indulgente. Y no te creas que los propósitos no sirven: si haces propósitos, tienes 10 veces más posibilidades de mejorar tu vida que si no los haces.
¡CuriosaMente!