¿Para qué nos deprimimos?

¿Será que la depresión sirve de algo?

La mayor parte de los desórdenes mentales son poco frecuentes, pero la depresión es muy común: casi la mitad de las personas la han sufrido alguna vez en su vida. ¿Será que la depresión sirve de algo?

Melancolía y duelo

Desde tiempos antiguos se identificó la “melancolía” como un estado de ánimo caracterizado por la tristeza, la introspección y las ganas de no hacer nada. Los griegos consideraban que lo causaba el exceso de “bilis negra”. Durante la Edad Media y hasta el siglo XIX, se consideraba que la melancolía era una condición que les permitía a los poetas y otros artistas obtener inspiración. 

En la actualidad la llamamos depresión y distinguimos dos formas. La primera se llama “duelo” y está causada por la pérdida de algo o alguien. Se considera normal si somos capaces de superarla. Pero puede convertirse en “melancolía” o “depresión clínica”, cuando es prolongada y empieza a interferir con nuestras actividades, como la escuela, el trabajo o el juego.

Para el psicoanálisis, lo que diferencia al duelo de la melancolía es que el melancólico, como ya no puede dirigir su amor a aquello que perdió, dirige hostilidad hacia sí mismo: se insulta, se culpa, se degrada y se devalúa.

Características de la depresión

Para los psiquiatras la depresión se caracteriza por tener por lo menos dos de estos tres factores:

  • Un estado de ánimo de tristeza o ansiedad, o sensación de vacío.

  • Anhedonia, o dificultad para disfrutar de las cosas buenas de la vida.

  • Bajo nivel de energía: se hacen las cosas de manera lenta o trabajosa.

Una señal muy común de depresión son las dificultades al dormir: o se duerme demasiado, o demasiado poco. Puede haber insomnio o la compulsión de levantarse más temprano de lo necesario. 

¿Qué la provoca?

No hay una causa concreta de la depresión. Lo más probable es que se trate de una combinación de factores. El primero es que una persona puede ser vulnerable a la depresión por factores genéticos, de neuroquímica o hasta por lo que aprendió en la infancia. Si alguien sufrió abuso cuando era niño, por ejemplo, es más vulnerable a la depresión. El segundo factor suele ser un evento desencadenante: rechazo social, una ruptura amorosa o la pérdida de un ser querido. Algunas mujeres sufren depresión después de tener un bebé. Hasta factores sociales como la situación política o económica de un país pueden llevar a la depresión. En contraparte, hacer ejercicio libera serotonina, lo que ayuda a mejorar el estado de ánimo, y algunos estudios indican comer pescado (por sus ácidos grasos) o garbanzos (por el triptófano, precursor de la serotonina), puede ayudar a reducir el riesgo de depresión

¿Por qué es tan común?

El psicólogo evolucionista Paul W. Andrews y el psiquiatra J. Anderson Thomson Jr. sugieren algo sorprendente: que la depresión no es un mal funcionamiento, sino una adaptación evolutiva que trae ventajas cognitivas.

Las personas deprimidas tienden a “rumiar sus pensamientos”, un proceso de razonamiento analítico que requiere mucha concentración. Mantener esa concentración es muy desgastante para las neuronas, pero cuando nos deprimimos nuestro cerebro libera un neuro-receptor llamado 5HT1A que protege a las neuronas y evita las distracciones. En sus estudios demostraron que las personas con estado de ánimo deprimido resuelven mejor problemas matemáticos complejos, así como dilemas de interacción social. Las ganas de aislarse y evitar la diversión también ayudan a no tener distracciones. O sea: la depresión puede ayudar a pensar mejor y por más tiempo. 

Esto no significa que la depresión no sea un problema: sí que lo es. Sobre todo si te es difícil superarla o te produce pensamientos de falta de autoestima o incluso suicidio. Decirle a alguien deprimido “que ya se alegre” o “que se distraiga” no resuelve el problema. Es necesario pedir ayuda, y siempre hay alguien dispuesto a ayudar. Es posible que se necesite suministrar algún medicamento, pero eso es algo que sólo un experto en salud mental puede determinar. Los estudios de Andrews y Anderson indican que lo más es útil buscar tratamiento psicológico. Las terapias que mejor funcionan son las que ayudan a encauzar esa “rumiación” escribiendo o pintando tus pensamientos y sentimientos, o simplemente dialogando con un profesional para ordenarlos y darle sentido a lo que has vivido. La depresión es una forma de empujar una verdad que ya no quiere ser silenciada. En resumidas cuentas: es posible aprovechar la depresión para entendernos más a nosotros mismos y a nuestras circunstancias.

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