¿Es real el cambio climático?

¿Existe el cambio climático?

¿Es real el cambio climático? Para que quede claro desde el principio: sí. No hay duda al respecto.

Evidencia

La temperatura promedio del mundo ha acelerado su aumento en las últimas décadas. En muchos lugares del mundo, como América, Australia y Asia el calor ha alcanzado récords a los que no se había llegado en un siglo. Otras señales son el derretimiento de hielo en varios puntos de la tierra, el aumento en el nivel del mar, y cambios en los patrones climáticos. Por ejemplo: los huracanes y tormentas tropicales son cada vez más frecuentes e intensos. La primavera está empezando antes. Si la tendencia sigue igual la temperatura podría aumentar 10 grados en el presente siglo.

¿Qué está causando el cambio climático?

Se ha hablado de causas naturales, como erupciones volcánicas, cambios en la actividad solar o en las corrientes marinas. Pero todos estos factores son minúsculos cuando se les compara con el más importante: la actividad humana. Pero si los humanos hemos estado en este planeta desde hace cientos de miles de años ¿qué hemos hecho diferente el los últimos 150 años? Pues sucede que alrededor de 1850 se desató la llamada “Segunda revolución industrial”. Se detonó la industria del acero, la química y sobre todo la del petróleo y la automotriz. Además aumentó espectacularmente la producción de personas que consumimos derivados del petróleo y generamos gases de invernadero.

Los gases de invernadero son gases que, al quedarse en la atmósfera, evitan que el calor se disipe. El efecto invernadero  hace que nuestro planeta tenga una temperatura adecuada para el desarrollo de la vida que conocemos, pero el exceso de estos gases provoca que cada año que pasa sea más caliente que el anterior. Uno de ellos es el dióxido de carbono, producido principalmente por el uso de combustibles fósiles. La tierra tiene un ritmo anual en el que los niveles de CO2 bajan y suben, como si estuviera respirando. Pero cada año que pasa se acumula más dióxido de carbono, llegando a registros sin precedentes: actualmente sobrepasamos las 400 partes por millón ¡no tenemos esa concentración desde hace millones de años!

Otro gas de invernadero es el metano. Lo producimos muchos animales al digerir los alimentos. Y la principal fuente de metano en el mundo es ¡el eructo de las vacas! Una sola vaca puede producir 110 kilos de metano al año. Y el metano es entre 20 y 30 veces más peligroso que el dióxido de carbono. También hay metano atrapado en el llamado “permafrost”. Si este llega a descongelarse, sus niveles se dispararían, además de que se absorbería más calor al perderse la superficie reflejante blanca.

Las consecuencias de esto pueden ser devastadoras. Estamos perdiendo una especie cada 20 minutos (eso es como 27,000 al año). Las cosechas del mundo están bajando un 2% cada década y, según la FAO,la cosecha de maíz ha disminuido hasta un 60 % en ciertos países de centroamérica y la de frijoles, un 80 %. Las inundaciones en algunos lugares y las sequías en otros causan hambre, enfermedades y migraciones. En Siria, por ejemplo, la falta de agua ha incidido directamente en su conflictiva situación.

Entre las inundaciones, las sequías, las enfermedades, los huracanes y el mismo calor, el panorama se ve muy peligroso. Si seguimos por este camino, la tierra será INHABITABLE para los humanos en 100 años. El académico Eduard Muller sugiere esta analogía: imagina que se acerca un meteorito gigantesco a la Tierra. Todos lo vemos venir pero los gobiernos y las grandes corporaciones siguen ocupados en mejorar sus economías mientras que el resto de nosotros nos quedamos esperando que alguien más haga algo ¿No deberíamos encargarnos de evitar esa catástrofe que amenaza con destruir a la humanidad? ¡Pues claro!

¿Qué podemos hacer?

  1. Reduce al máximo el consumo de combustibles fósiles: gasolina, por ejemplo. Gasta la menor cantidad de electricidad posible. También evita las bolsas y empaques de plástico.

  2. Los dos países del mundo que más contaminan son Estados Unidos y China. Sería fácil echarles la culpa pero ¿ya viste de dónde vienen tus aparatos electrónicos, tus zapatos deportivos y muchas cosas más? La producción y transporte de estos artículos genera mucho dióxido de carbono. No cambies tu teléfono cada año y ¡Prefiere los productos locales!

  3. Apoya el uso de energías renovables, como solar, del viento, etcétera.

  4. Producir una hamburguesa requiere cerca de 2500 litros de agua. Ahorrarías más agua evitando comerte una que dejando de bañarte por 3 meses. Y eso sin hablar de todo el metano que produce una vaca en su vida. ¡Baja todo lo que puedas tu consumo de carne!

  5. Organízate y exige a los políticos y corporaciones que sean ecológicamente responsables. Poco importará quién es el próximo presidente o cuál empresa gana más si no queda nadie en el mundo.

Lo más importante de todo es hacer un cambio de mentalidad. Lo dice la Carta de la Tierra, una importante declaración internacional: “Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro”. Debemos pasar del “yo” al “nosotros”. Incluso el Papa Francisco lo dice en su encíclica Laudato si: “Hemos crecido pensando que éramos los propietarios y dominadores de la Tierra”, y ahora debemos ser más solidarios con nuestros semejantes, los demás seres vivos y con la Tierra, nuestra “casa común”, ya no por ser éticamente buenos, sino porque de ello depende nuestra supervivencia.

¡CuriosaMente!

Separador Morado