8 curiosas coincidencias entre religiones
Muchos de los conflictos que hay entre los seres humanos se deben a que tenemos diferentes creencias. Tendemos a concentrarnos en lo que nos irrita por diferente, ignorando en lo que nos hace similares. Por eso, y sin afirmar que las creencias sean ciertas, ni tratar de explicar por qué coinciden, vamos a decirte...
Todas las religiones tienen una historia que cuenta como uno o varios dioses crearon el mundo. Para los judíos, fue a través de la palabra. Para los Pies Negros, de Canadá, una tortuga le dio a Dios una bolita de lodo, con la que creó la tierra. Para los ainu de Japón y otras religiones, primero fue el mar y Dios manda a la tierra un pajarito que va juntando y amasando tierra donde puedan vivir las personas. En la mitología nórdica también fue primero el mar, pero son unos dioses hermanos quienes sacan la tierra de las profundidades. En china, el dios Pangu muere y su carne se convierte en la tierra, sus dientes y uñas en metales, sus venas en ríos, su cabello en la vegetación.
En muchas religiones, como la griega y la hindú, antes de existir los dioses actuales, más civilizados, había gigantes (titanes para los griegos, asuras para los hindúes), que representan las fuerzas del caos. Los dioses derrotan a estos seres para imponer el orden.
Tanto las historias hebreas como las aztecas, cuentan la historia de cómo su pueblo tuvo que pasar por un largo peregrinaje para llegar a un lugar específico que la divinidad les había prometido: La Tierra Prometida. Por cierto ¿será coincidencia que las dos culturas eran muy dadas a la guerra?
Muchas religiones y filosofías hablan de un punto en la tierra conocido como Axis Mundi, el centro del mundo, el ombligo del cosmos. Se trata de un lugar sagrado que sirve como puente entre el Cielo y la Tierra. A veces es una montaña o un árbol, en otras ocasiones una escalera, una torre o hasta una columna de humo. Para los budistas es el Árbol Bodhi; para los hinduístas, el Monte Meru, para los griegos el Monte Olimpo, para los judeocristianos, el Jardín del Edén o el Templo de Jerusalén, para la mitología nórdica, el árbol Yggdrasil, para los incas era Cuzco… y hay muchos, muchos más.
Horus, dios egipcio, Mitra, dios persa y Jesús, de la tradición cristiana, nacieron de una mujer virgen. Tampoco el dios Huitzilopochltli tuvo papá: fue concebido cuando su mamá, Coatlicue, se encontró y guardó en su seno un montoncito de plumas.
Muchas religiones tienen historias donde un ser divino se sacrifica para el bien de la humanidad. Hainuwele, al ser asesinada, germinó en forma de tubérculos que su pueblo de Indonesia comería de ahí en adelante. Para los griegos, el dios Prometeo trae el fuego a la humanidad y es condenado al sufrimiento eterno. Esta idea está relacionada con la idea del “mesías”, que según la religión hebrea llegará algún día, y para los cristianos ya llegó: Jesús acepta morir en la cruz para salvar a la humanidad, y luego resucita. La historia de un ser extraordinario que debe bajar al inframundo para luego salir victorioso es común a muchísimas historias mitológicas, como lo describe Joseph Cambell en El héroe de las mil caras.
Es increíble la cantidad de religiones que hablan de un diluvio universal del que sólo unos cuantos sobrevivieron. Algunos textos que la mencionan son: la Épica de Gilgamesh, el Génesis, la Lista Real de Sumeria, los Puranas de La India, el Timeo de Platón… o tradiciones orales de culturas tan distantes como los Hopi, indígenas norteamericanos, los Mapuches de sudamérica y los Masai y los Yoruba de África. Una explicación que dan algunos especialistas es que cada cultura pudo haber experimentado una inundación que destruyó su civilización, que para ellos era todo el mundo. Otros piensan que la leyenda surgió porque se encontraban conchas y fósiles de animales marinos muy lejos del mar.
Prácticamente todas las religiones creen que, de una manera u otra, hay vida después de la vida. Esto implica la creencia en un alma que es independiente del cuerpo físico y que, al morir, se irá a un lugar de premio o castigo, o reencarnará. Las denominaciones cristianas tienen muy explicado el proceso que sigue el alma en el más allá: purgatorio, cielo e infierno. Para el Islam, al morir, la persona se queda en reposo hasta el día del juicio final. Para el judaísmo, es algo de lo que no se habla mucho. En cambio, la filosofía Taoísta dice que al morir, se alcanza el increíble estado de “no ser”.
Humm… da para pensar ¿no crees? Esto confirma que, parafraseando a Borges, todos somos iguales hasta en la manía de creernos diferentes.
¡CuriosaMente!